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Carencia afectiva: su presencia en el aula.

Carina Tacconi
Técnica Superior en juego y Creatividad – Especialista en trabajo corporal emotivo.

¿A qué nos referimos cuando hablamos de necesidades afectivas?
¿Con qué lenguajes están presentes en las aulas?
¿Qué podemos hacer con ellas?

Las necesidades afectivas que los hombres tenemos desde que nacemos hasta que morimos son siempre las mismas, esto es así para todos. En este punto tan íntimo y sutil no existen diferencias, no importa la edad, el credo, la condición social. Las necesidades afectivas están presentes en todas las personas. Lo que puede variar es lo que cada uno hace con estas necesidades, los grados de reconocimiento de las mismas y el valor para mostrarlas y buscar la forma de satisfacerlas.

Ahora correspondería preguntarnos a qué nos referimos cuando hablamos de necesidades afectivas. Intentaré contestar este interrogante.

Las necesidades afectivas que los hombres tenemos desde que nacemos hasta que morimos son:

Necesidad de conexión: es la necesidad que toda persona tiene de sentirse, percibirse y saberse como una parte vinculada y ligada a un todo.
Integrante de una familia, parte de un grupo de pertenencia, ciudadano de una sociedad, etc.
En términos más concretos, las acciones a través de las cuáles se concreta esta conexión son: la de mirar, dialogar y conectarnos físicamente.
Siendo todo lo precisa que el tema emocional requiere tendría que aclarar que no se trata de cualquier mirada, ni de cualquier diálogo, ni de cualquier contacto físico. Cuando me refiero a la necesidad que tenemos de ser mirados amorosamente quiero decir, a mirar al otro con ternura, sensibilidad y profundidad, es decir con sus necesidades, sus dificultades, sus límites, y sentir ganas de “Dar”. Mirarlo más allá de lo que se ve a simple vista, la mirada contraría a la que intento describir aquí es la mirada crítica, que desvaloriza, subestima, cargada de incomprensión, exigencia y que logra marcar de un modo desconsiderado todo aquello que el
otro no es, no logra, no puede.

Necesidad de Escucha amorosa – respetuosa: Entendiendo que respeto es el legitimo derecho a ser como uno es: esto incluye expresar lo que siento, a hacer como puedo, a pensar como pienso.
La escucha amorosa implica una actitud que es capaz de dejar que el otro exprese su más honesta verdad sin ser criticada, descalificada, menospreciada, subestimada, ignorada y que la misma sea considerada y tenida en cuenta.
Es una escucha abierta sin postura de defensa ni actitud de ataque.

Necesidad de verdad: el decir amoroso es honesto, puro, cargado de una verdad libre que expresa lo que una persona siente, piensa y aspira. Es una manera personal libre y auténtica de expresar el mundo íntimo que no busca tener la razón sino manifestar lo que nos sucede internamente.
No necesita descalificar ni subestimar, ni compararse. Y tiene en cuenta no agredir con el tono o con palabras filosas al otro.
El contenido puede no ser el que el otro quiera recibir pero cuida no atacar lo que el otro Es.

Necesidad de reconocimiento: la necesidad de ser reconocido en los modos de sentir, pensar y hacer de cada etapa evolutiva, en los logros conquistados, en las habilidades manifestadas, en el Dar de un momento o circunstancia de vida.
Necesidad de valoración: la necesidad de ser valorados por lo que somos, lo que nos sensibiliza, lo que pensamos y lo que hacemos.

Necesidad de no ser comparado: la necesidad de ser mirado como un ser único, con dones, habilidades, límites, posibilidades y modos únicos.

Necesidad de ser respetado en el tiempo personal: la necesidad de ser respetado en los tiempos y procesos que cada ser tiene en particular a la hora de crecer y evolucionar.

Necesidad de ser guiado: la necesidad de tener una guía en quien confiar. La necesidad de ser orientado en pautas claras (límites) que se basen en valores elevados y que posibiliten construir una estructura interna que nos posibilite aprender a cuidarnos a nosotros mismos, cuidar a los otros, vincularnos armoniosamente y avanzar hacia las conquistas anheladas.

Necesidad de compañía: la necesidad de sabernos acompañados y ayudados en diferentes circunstancias de la vida.

Necesidad de contacto: la necesidad de cercanía que se puede experimentar en el plano físico, intelectual y emocional.

Necesidad de ser comprendido y aceptado: en nuestros deseos, sueños, necesidades, límites, posibilidades, aciertos y desaciertos.

Necesidad de apertura: la necesidad de poder “desnudarnos intima y emocionalmente” sabiendo que vamos a ser respetados y cuidados.

Necesidad de entrega: la necesidad que nos permite entregar lo que somos a cada momento como queremos, hasta donde queremos y podemos sin violentarnos.

Necesidad de incondicionalidad: la necesidad de sabernos queridos a pesar de lo que hagamos, digamos y sintamos.

Necesidad de libertad: la experiencia de poder experimentar la vida con patrones propios que permitan aumentar los grados de libertad conquistados, la capacidad para elegir con autonomía los propósitos de nuestra vida en los diferentes aspectos (afectivo, profesional, material y espiritual) y elegir los modos de concretarlos y materializarlos. Esto posibilita aumentar la confianza y la seguridad en uno mismo y fortalece la sensación de poder conquistar lo que anhelamos a partir de una guía interior que cada vez se hace más clara y poderosa.

Necesidad de confianza: es la necesidad que experimenta toda persona cuando está en un momento de conquista de algo hasta ahora no logrado. Es la necesidad de sentir que se confía en la capacidad que cada persona tiene para crecer y evolucionar en la dirección elegida.

¿Qué nos sucede cuando no tenemos ninguna de estas necesidades en parte atendidas?
Sucede que experimentamos vacío emocional que se traduce en sufrimiento interno, este vacío cada uno lo va a manifestar como pueda: rebeldía, resentimiento, tristeza, depresión, falta de motivación, desgano, angustia, ira, enojo, hiperactividad, desconexión de la realidad.
Con este estado emocional el hombre no está en condiciones de interesarse, de verdad por nada.
Aparecen mecanismos para tapar este sufrimiento (adicción al trabajo, a la diversión, al dinero, a diferentes sustancia estimulantes, a la comida, a las cirugías, a la compra compulsiva, etc.) que lejos de mejorar esta situación la empeoran cada vez más puesto que la causa real de estas reacciones queda sin estar satisfecha.
En alguna medida este sistema está presente en todos nosotros porque es el sistema de la sociedad actual. Le toca a cada uno observar en qué medida y empezar la tarea de desarticularlo.

¿Qué podemos hacer los educadores que sentimos comprometernos para cambiar esta realidad?
Mi respuesta es trabajar apuntando a la educación emocional, el desarrollo del potencial interno creativo y el aprender a pensar. Esto posibilita formar personas íntegras que tengan activa su capacidad para sentir, es decir su sensibilidad, capacidad indispensable para formar Seres Humanos plenos.
Apuntar a la educación del Ser en forma paralela a la instrucción intelectual. Si dejamos de lado el desarrollo interno y priorizamos “llenar a los niños” de conocimiento, técnicas, recursos, solo estamos colaborando con esta maquinaria que busca tapar vacíos y producir.
Tomar conciencia y ayudar a los padres a que tomen conciencia, que además de la formación que apuntar a Tener, conocimientos, técnicas, recursos metodológicos, tenemos que empezar a sistematizar una formación que apunte a Ser y para eso debemos instrumentarnos teórica y técnicamente para hacerlo de manera sistemática y profesional.

Prof. Carina Tacconi
Técnica Superior en juego y Creatividad.
Especialista en trabajo corporal emotivo.
Formada en autoasistencia psicológica ( Abordaje del Dr Norberto Levy).

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